La parsimonia fue la característica más resaltante en Tarragona para sacudirse el desconfinamiento. La apertura tanto de tiendas,como de bares y terrazas hizo que la gente retornara a sus calles, pero además le ha propiciado un empujón a la actividad comercial aunque no de la turística, más allá de que la tan deseada “normalidad” se encuentra distante.
Aún se imponen las restricciones a la movilidad debido al estado de alarma que funciona como un lastre para la reactivación social y económica, lo que provoca situaciones incómodas de difícil arreglo.
Durante el primer día de la fase 1 no hacia falta afinar demasiado el oído para poder escuchar los quejidos de las personas debido a las tiendas con aforo limitado, el uso obligatorio de las mascarilla y los guantes si se deseaba entrar en la mayoría de los negocios, limitaciones para probarse alguna pieza de ropa y los bares y restaurantes montaban menos mesas de las que se deseaban.
Concretamente los hoteleros no abrieron y la razón es porque no les sale a cuenta debido a que no hay demanda.
La temporada más corta intentó salvarse con el turismo local
Estos son momentos en que las tiendas buscan la manera de poder ajustarse a las exigencias que ha venido fijando el virus. En el caso de las zapaterías, sus dependientes se encargan de que nadie llegue a cruzar su puerta sin antes haber tomado las medidas de protección, incluso estas son facilitadas por el propio establecimiento ya que para probarse algún zapato, es igualmente obligatorio usar una funda de plástico, ya que con ello se minimiza cualquier contacto con la piel.
También existen clientes que van al grano, y a quienes no les hace falta probar nada pues su interés radicaba en buscar un par de zapatillas de andar en casa aprovechado las primeras horas de la reapertura comercial, pero también “medias”, y hay más, pues hasta alegan que se les han roto las que tenían de tanto andar por casa durante tantos días.
Ante tal situación, el alcalde de Tarragona, Pau Ricomà, señaló que existía una “ilusión por recuperar el dinamismo”. Este se trató de un discurso moderado, en donde se advertía que una relajación excesiva de las medidas referentes al cuidado podría conllevar efectos muy negativos. Ricomà acoto: “no entender” la razón por la que se permiten las reuniones de hasta diez personas resulta peligroso, ya que tales tan solo podrán darse entre quienes cuenten con salones espaciosos en sus casas, debido a que, al parecer, no resulta sencillo encontrar una mesa disponible en alguna terraza en donde sea posible sentar a tan numerosas personas. Una imagen se hace recurrente, y ver la manera en la que se forman filas esperando junto a las mesas que se ubican al aire libre dispuestas por los bares.
“Tenemos que acostumbrarnos, nosotros y los clientes”, de este modo lo afirmó el empleado de una cafetería ubicada en la Rambla Nova. Quizás el término “acostumbrarse” ha de ser la clave. Por su parte el alcalde sostiene: “Tenemos la sensación de que estamos abriendo camino”.